Sandra Vega ha hecho historia en UGT al convertirse en la primera mujer que lidera la Federación de Industria, Construcción y Agro (FICA) en Castilla y León. En un sector predominantemente masculino, su nombramiento representa un avance significativo para la representación femenina en espacios sindicales tradicionalmente ocupados por hombres.
En una reciente reunión de los responsables de Industria del sindicato, Vega, rodeada de 15 compañeros varones, reivindicó su papel con determinación: “Me gusta el contacto, me gusta el barro”. Con más de 20 años de trayectoria en la representación laboral, ha enfrentado actitudes machistas que ha superado con esfuerzo, carácter y una firme defensa de la igualdad: “Si un hombre puede, ¿por qué no una mujer?”.
A sus 46 años, Vega acumula una amplia experiencia en conflictos laborales de grandes empresas como Grupo Siro, Renault, Bimbo o Lactalis. Licenciada en Relaciones Laborales y con posgrados en Recursos Humanos, conoce bien la realidad de los trabajadores y las dinámicas empresariales, gracias a su paso por el departamento de personal de los supermercados El Árbol. En febrero, su liderazgo quedó patente al obtener el 91 % de los votos en las elecciones internas de la federación, superando incluso el apoyo recibido por el nuevo secretario general autonómico del sindicato.
Desde su nuevo cargo, Vega ha señalado como prioridades la reducción de la siniestralidad laboral y el impulso de la presencia femenina en la industria. En sus años de negociaciones, ha aprendido que los argumentos pesan más que el volumen de la voz: “No me gustan los gritos, quien grita es porque no tiene razones, y así no se consiguen las cosas”. Sin embargo, reconoce que, en más de una ocasión, ha tenido que imponerse para que su opinión fuese valorada al mismo nivel que la de sus homólogos, especialmente en sectores como la construcción o la industria del metal.
La pandemia fue un punto de inflexión en su trayectoria, enfrentándose a una crisis sin precedentes que afectó a miles de trabajadores. En reuniones clave, comprobó cómo, pese a liderar la conversación, algunos interlocutores dirigían sus respuestas a sus compañeros varones, ignorando su papel como negociadora principal.
Además de los retos internos del sindicato y del sector, Vega también ha lidiado con la política regional. Su relación con Vox, cuando el partido gestionaba las consejerías de Industria y Agricultura en Castilla y León, estuvo marcada por el desencuentro: “A ellos les desentona este perfil de mujer y sindicalista”, afirma, valorando positivamente la salida de la formación de la Junta. Con el PP mantiene un trato más fluido, aunque critica la falta de un plan sólido para fortalecer la industria como motor de empleo y fijación de población.
Consciente de los estereotipos que aún persisten, Vega subraya la necesidad de romper con la asignación automática de las mujeres a temas de igualdad dentro de las empresas. “Ya era hora de que una mujer liderara una federación como esta”, comenta, cansada de que las sindicalistas sean relegadas a cuestiones consideradas menos estratégicas.
Su liderazgo es reconocido por sus compañeros, como quedó reflejado en su reciente visita a una empresa tecnológica de Valladolid. Luis Ángel Melero, uno de los delegados sindicales de Zener, destaca que el comité solicitó expresamente que Vega coordinara sus negociaciones laborales: “Sabíamos cómo negociaba y cómo se enfrentaba a la empresa”. Para Vega, su experiencia en el sector privado le ha dado una visión equilibrada: “Hay que saber negociar con cabeza y no exigirlo todo de golpe”.
Roberto Perucha, otro representante sindical de Zener, corrobora su impacto: “Sin Sandra, mejorar nuestro convenio hubiera sido imposible”. Un reconocimiento que confirma que su llegada al liderazgo sindical no solo es un símbolo de cambio, sino una garantía de lucha y resultados.