Delegaciones de ambos países se reunieron recientemente en Madrid, donde según fuentes cercanas a las conversaciones, se han producido avances significativos que podrían culminar en un acuerdo en los próximos días. Washington ha impuesto como fecha límite el 17 de septiembre para que ByteDance, la empresa matriz de TikTok con sede en Pekín, acepte desprenderse de parte o de la totalidad de su participación en la aplicación para evitar un veto total en territorio estadounidense.
El núcleo del conflicto reside en las preocupaciones de seguridad nacional expresadas por el Gobierno de EE.UU., que teme que los datos de millones de usuarios estadounidenses puedan ser accesibles por el Gobierno chino a través de ByteDance. La administración estadounidense ha advertido que, si no se alcanza un acuerdo de desinversión que garantice la independencia operativa y tecnológica de TikTok, se procederá con la prohibición de la plataforma en el país. Por su parte, China ha criticado esta postura, calificándola de coercitiva y denunciando que Washington está utilizando la seguridad nacional como excusa para ejercer presión económica y restringir a sus empresas tecnológicas en los mercados internacionales.
Las negociaciones de Madrid no se han limitado únicamente a TikTok. Según fuentes diplomáticas, forman parte de un paquete de conversaciones mucho más amplio que incluye aranceles, intercambio tecnológico, medidas de propiedad intelectual y limitaciones a la exportación de semiconductores avanzados. Estados Unidos busca reducir su dependencia de cadenas de suministro vinculadas a China y proteger su liderazgo en sectores estratégicos, mientras que Pekín intenta frenar lo que considera un intento de contención tecnológica.
La posible venta o reestructuración de TikTok tendría un impacto profundo en la industria tecnológica global. No sólo afectaría al modelo de negocio de la plataforma, sino que implicaría cambios en sus infraestructuras de servidores, en el manejo de datos y en sus sistemas de inteligencia artificial, considerados uno de los activos más valiosos de la compañía. Además, sentaría un precedente que podría aplicarse a otras empresas extranjeras que operan en el mercado estadounidense, generando un nuevo marco regulatorio para las firmas tecnológicas internacionales.