Durante años hemos visto la realidad aumentada (AR) y la realidad virtual (VR) como tecnologías ligadas al ocio o los videojuegos. Sin embargo, hoy se han convertido en una pieza clave de la Industria 4.0, con aplicaciones que están transformando la manera en que diseñamos, colaboramos y trabajamos.
Un ejemplo reciente es Campfire, una plataforma que permite a ingenieros y diseñadores colaborar en entornos 3D como si estuvieran frente a un mismo prototipo físico. Empresas como Collins Aerospace ya la usan para proyectos con Boeing y Airbus, lo que les permite acelerar el desarrollo de productos y reducir errores en fases críticas.
En manufactura y logística, soluciones de AR permiten guiar a los operarios con instrucciones en tiempo real, manos libres, reduciendo tiempos de formación y errores.
En el terreno del metaverso industrial, compañías como BMW están utilizando gemelos digitales con Nvidia Omniverse para simular fábricas enteras, probar cambios y optimizar procesos antes de llevarlos al mundo real.
Y mientras tanto, el hardware también evoluciona: los smart glasses están ganando terreno frente a los cascos de VR tradicionales, porque resultan más prácticos y ligeros para entornos productivos.
AR y VR ya no son tecnologías del futuro, son herramientas del presente que ayudan a formar equipos, optimizar procesos y crear fábricas más seguras y eficientes.