En las remotas colinas de la región de Barroso, en el norte de Portugal, Paulo Pires, un pastor local, está preocupado por sus ovejas y su medio de vida. Existe una amenaza oculta en las montañas de esas ricas tierras. Una amenaza que pronto será explotada. Se trata del litio.
«Estoy en contra de la mina. Creo que no traerá nada bueno. Por eso me opongo. Va en contra de lo que he hecho toda mi vida y sigo haciendo, que es pastorear y estar con las ovejas», declara Paulo Pires.
El litio, es esencial para la transición energética en Europa ya que resulta fundamental para la producción de las baterías de los vehículos eléctricos y el almacenamiento de las energías renovables. Este elemento se ha detectado en una decena de zonas diferentes de Portugal, pero la aldea de Covas do Barroso podría convertirse pronto en la mayor mina de este tipo en Europa occidental ya que, de sus montañas, van a poderse extraer alrededor de 200 000 toneladas al año de un mineral rico en litio. Pero, la ‘fiebre del litio’ se enfrenta a una gran resistencia.
Los cabecillas de este movimiento son Aida y Nelson, ganaderos que piensan que la mina a cielo abierto provocará deforestación, polvo, ruido y contaminación. A través de peticiones, campañas on-line y protestas en todo el país, han conseguido ganarse el apoyo de miles de personas.
«Creo que tenemos todo el derecho a impedir que esto siga adelante y estamos dispuestos a luchar hasta el final. Hemos demostrado que formamos parte de esta lucha por una razón. Luchamos porque queremos preservar y queremos mantener esta forma de vida», asevera el agricultor Nelson Gomes.
El desarrollo de la mina está actualmente parado, a la espera de la aprobación final del Gobierno. Aida y Nelson quieren demostrar que los pozos de prospección en el emplazamiento de la mina contaminarán las aguas subterráneas.
«Una de nuestras preocupaciones es, ¿qué pasará con toda esta agua? Porque cuando se empieza a mezclar el agua con las rocas, con la tierra… supone un tipo de destrucción», asegura la agricultora Aida Fernandes.
Como muchos en la zona, Aida y Nelson sienten un apego emocional lógico hacia estas tierras, que son de propiedad colectiva de los lugareños y están reconocidas como Patrimonio Agrícola Mundial por la ONU.
«Aquí crecimos mis hermanos y yo, cuidando de las vacas. Por eso, para mí, es aún más significativo porque conozco esta zona desde que era niña. Y ahora, saber que esto será destruido sin ninguna razón, solamente porque se les ha ocurrido… Para mí es realmente triste. Es desgarrador saber que todo lo que nos rodea va a desaparecer», añade Aida Fernandes.
La Mina do Barroso tardará unos 16 años en ser explotada. Los dos primeros años se dedicarán a la planificación de la construcción de infraestructuras y otros aspectos logísticos para que comience la producción.
La compañía promotora del proyecto, Savannah Resources, con sede en Londres prevé comenzar la producción en 2023, proyectando unos ingresos previstos de 1 300 millones de euros, a lo largo de la vida de la mina.
David Archer, director general de Savannah Resources declara: «Hemos diseñado un proyecto que será sostenible. Está preparado en base a las mejores prácticas del mundo y tenemos toda una serie de planes de gestión para tratar todos los aspectos del desarrollo del proyecto. Por ejemplo, en lo que respecta al agua, trataremos de recolectar el agua in situ y de reciclarla. En cuanto al tráfico, vamos a invertir unos 6 millones de euros para construir una carretera de circunvalación. Y, por supuesto, ofreceremos a Portugal toda una serie de oportunidades de desarrollo en la cadena de valor del litio».
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea señalaba la importancia estratégica de este mineral para la UE: «Importamos litio para los coches eléctricos. Y esto no es sostenible. Así que, debemos diversificar nuestras cadenas de suministro», señalaba la presidenta.
En estos momentos Australia, China y Chile son los mayores productores de litio del mundo. Y se espera que la demanda de este mineral aumente de forma disparada en los próximos años.
«Europa necesitará casi 60 veces más cantidad de litio de aquí a 2050 solamente para los vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía», comentaba Maroš Šefčovič, vicepresidente de la Comisión Europea y coordinador de la European Battery Alliance.
Ante este panorama, la Unión Europea y las empresas del sector industrial desean desarrollar toda la cadena de valor, desde la extracción de litio hasta la producción de baterías. Este mercado podría tener un valor estimado de alrededor 250 000 millones de euros al año en 2025, y Portugal, consecuentemente no quiere perder esta oportunidad.
«La transición energética es una gran oportunidad económica e industrial para el país. Queremos utilizar nuestro potencial de reservas de litio para posicionarnos en la cadena de valor de un elemento crucial para la descarbonización», afirma João Pedro Matos Fernandes, ministro portugués de Medio Ambiente y Acción Climática.
Sin embargo, la idea no convence a todo el mundo en Portugal. A las organizaciones ecologistas les preocupa que el país se convierta en una potencia minera, y que se transformen zonas enteras en pozos a cielo abierto.
«Por supuesto que estamos a favor de acabar con los combustibles fósiles. Pero, necesitamos conocer el impacto real de esta nueva transición energética. Uno de ellos es la minería, la exploración del litio. El litio va a ser necesario, pero, ¿qué pasará con esas baterías y con la transformación del litio? Como miembros de una ONG medioambiental tenemos algunas dudas», afirma Paula Nunes da Silva, presidenta de Quercus (Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza).
El destino de la mina de Covas do Barroso pende ahora de la decisión final del Gobierno. Aunque el proyecto ha superado todas las evaluaciones de impacto ambiental, el proyecto de la mina aún debe someterse a consulta pública. El alcalde del municipio de Boticas, más grande, asegura que la mayoría de los ciudadanos se oponen a la mina, a pesar de que la empresa promete crear 200 puestos de trabajo directos.
«El 95 % de la población está en contra de la mina. Porque no tenemos tanta gente en paro. No la tenemos. Será gente que vendrá de fuera. Vendrá por la mañana en furgonetas y volverá al final del día a otros municipios. Esto no crea riqueza, sino que destruirá otros puestos de trabajo que ahora tenemos en el turismo rural, la gastronomía y la agricultura», segura Fernando Queiroga, alcalde de Boticas.
Aunque el gobierno aún podría señalar el proyecto como de interés nacional y expropiar a los propietarios, los locales creen que ellos van a pagar el precio de las aspiraciones estratégicas de Europa.
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